La repercusión que tienen las tecnologías digitales sobre el clima puede ser algo difícil de detectar a diario, ya que hemos interiorizado que internet es algo inmaterial. Es como si todo se almacenara en las nubes. Sin embargo, el uso de la red y la fabricación de los equipos para conectarse a ella consumen energía y emiten CO2. La reproducción de vídeos en internet —actividad que representa el 60 % del tráfico de datos mundial— deja una huella de carbono anual comparable a las emisiones de toda España: 306 millones de toneladas en 2018, es decir, prácticamente el 1 % de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales. Tenemos que hacer algo al respecto, empezando por nuestra relación con las pantallas.
Blanca MARÍN-ZOFÍO
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