«Si consideramos el ciclo de vida completo, el simple envío de un correo electrónico de 1 MB equivale a utilizar una bombilla de 60 vatios durante 25 minutos» (Françoise Berthoud, informática en Gricad).
Uno de los problemas de este consumo, es que nos creemos que lo que sucede en el mundo virtual no afecta al mundo real. Gran error. Internet no es inmaterial y la contaminación digital es totalmente real. Tendemos a olvidar muy rápidamente que, para que el universo web funcione, hay que construir y mantener millones de centros de datos que almacenan la información, miles de kilómetros de redes para que la transporten y millones de ordenadores, tabletas y smartphones que se conectan a la red. Evidentemente, todo esto tiene un coste.
Pero, ¿cuál es el impacto de la web? Y ¿cómo puede reducirse?
El 30 % de este consumo eléctrico se debe a los propios dispositivos de los usuarios (ordenadores, tableta, móviles, accesorios inteligentes, etc.)
Otro 30 % corresponde a los centros de datos (sin incluir la energía necesaria para enfriar los circuitos electrónicos y evitar el sobrecalentamiento durante el funcionamiento de los procesadores).
El 40 % corresponde a los cableados y antenas que transportan los datos.
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